Semblanza Histórica

En 1981, pastoreaba junto con mi amada esposa Jocabeth y mis primeros dos hijos, Samuel y David; una próspera congregación en la ciudad de San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México. Nos sentíamos muy agradecidos con Dios, porque él respaldó nuestro pastorado con hermosas sanidades y milagros. El nombre del templo era San Juan, pero en la comunidad era conocido como “la iglesia de los milagros”. Naturalmente los milagros comenzaron a suceder porque cada tres meses, orábamos y ayunábamos 72 horas sin pan y sin agua buscando el rostro de Dios.

En ese tiempo, Dios comenzó a hablar a mi corazón diciéndome que iba a dejar el pastorado para iniciar un nuevo ministerio. La iglesia que pastoreábamos nos trataba muy bien, nos amaba y cubría todas nuestras necesidades con un excelente salario, estábamos en paz y contentos. Pero, cuando compartí con mi esposa acerca del llamado que Dios nos estaba haciendo para iniciar algo nuevo, ella me hizo las siguientes preguntas:

-¿Qué ministerio vamos a realizar?

-No sé

-¿En qué lugar lo vamos a desempeñar?

-No sé

-¿Por cuánto tiempo?

-No sé

-¿Dónde vamos a vivir?

-No sé

-¿Cómo nos vamos a sostener?

-No sé

A todas las preguntas que ellas me hacía, yo contestaba con un “no sé”, por lo que ella me decía: Pues tus respuestas no me dan paz. Yo entendía que ella tenía razón, pero la verdad, no tenía que responder porque Dios no me había dado ninguna indicación al respecto. Empezó en mi interior una verdadera lucha emocional y de fe.

En 1983, tiempo en el que el Señor nos ministró en una misma noche a mi esposa y a mí. Yo estaba dormido y el Señor Jesucristo me visitó en sueños como al apóstol Pablo en Hechos 23:11; y me ministró con el pasaje histórico del llamamiento de Abraham, específicamente con Hebreos 11:8 donde dice: Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció…..y salió sin saber a dónde iba. Me desperté muy impresionado, quise decirle a mi esposa, pero ella no estaba en el lecho, me levanté a buscarla y la encontré en la sala orando y llorando. Le dije:

El Señor me visitó.

-A mi también;

me habló del llamado de Abraham.

-A mi también

Me dijo que debemos dejar el pastorado por fe aunque no sepamos a dónde vamos.

-A mi también

No cabía duda que Dios nos había visitado mostrándonos con claridad y contundencia su voluntad para nuestras vidas. Terminamos abrazados y llorando con gratitud al Señor y decididos a obedecerle. Dejamos el pastorado, y durante 11 años Dios nos permitió viajar y ganar miles de almas para la gloria de su nombre.

Estábamos tranquilos desarrollando este ministerio, cuando en la madrugada del mes de junio de 1993, tuve un sueño en donde me vi trasladándome en un carro, hacia el estacionamiento de un gran auditorio desconocido para mi.

En el estacionamiento, había jardines florecientes y hermosos que adornaban el lugar. Al bajar del coche entré al auditorio y me lleve una gran sorpresa: Había un gran número de personas reunidas en ese lugar que constituían una congregación cristiana.

Al ver hacia la plataforma, me vi a mi mismo predicando en ese lugar. (En ese tiempo, ya tenía diez años de haber dejado el ministerio pastoral, para dedicarme al evangelismo interdenominacional itinerante; por lo cual, viajaba por todo México y algunos países de Centro América y Sud América, ganando almas para el Reino de Dios). Al verme predicando en ese auditorio; comenzó un diálogo con el Señor: “Padre, ¿me vas a llevar a predicar a ese lugar?, porque yo nunca he estado allí; e inmediatamente oí su voz que me respondió: No, no es una campaña evangelística más, es la congregación que vas a pastorear, porque vas a regresar al pastorado.

Yo me resistí argumentando: Padre, estoy muy contento ganando almas, no quiero regresar al pastorado.

El me escuchó pacientemente y me respondió: Estoy preparando la segunda venida de mi Hijo y estoy levantando ministerios que van a ser estratégicos en este país de México. Voy a visitar esta nación con un poderosos avivamiento, y habrá una gran cosecha de almas. Necesito líderes y congregaciones que estén preparadas para este gran tiempo de visitación. Volví a argumentar con él y le dije: Señor, tú necesitas un líder como Moisés, yo soy un Josué y no lleno el perfil que necesitas; comencé a darle nombres que según mi opinión eran las personas indicadas, y él me dijo: Ya los llamé, pero rechazaron mi llamado. Obstinadamente volví a especular diciéndole: Si yo no tengo el perfil de Moisés, ¿por qué me estás llamando a mi? Y él me respondió: Ciertamente no llenas el perfil, pero la razón por la que te estoy llamando, es porque tú sí me vas a obedecer. Cuando el Señor me dijo estas palabras, me quebró y me desarmó, y solamente respondí: Heme aquí, envíame a mi.

El diálogo continuó, le pregunté al Señor si quería que me ofreciera como pastor en alguna denominación ya establecida y me respondió que no, porque este sería un ministerio independiente de nueva creación. Le pregunté acerca del nombre del ministerio y me dijo que se llamaría por su nombre natural; muy intrigado le pregunté: ¿Y cuál es su nombre natural? Y me respondió diciendo: “Mi casa, será llamada casa de oración para todas las naciones”. (Marcos 11:17)

Sorprendido por la respuesta, le pregunté: ¿Qué quieres hacer a través de Casa de Oración?, y él me respondió, enséñalos a orar y dedíquense a la oración. Instrúyelos en mi palabra para que crezcan en fe, santidad, fidelidad, obediencia, oración, ayuno y guerra espiritual.

Siendo honesto, claro y franco, quiero aclarar que levantar y pastorear esta congregación, no ha sido tarea fácil. Dolorosamente tenemos nuestras congregaciones llenas de cristianos satisfechos.

En el año de 1944, Dios levantó una voz profética a través de su siervo John R. Rice diciendo: “Todo lo que el mundo sabrá de Jesucristo, es lo que ven en los creyentes, y lo que ven, no les agradará. ¿Por qué? Simplemente porque no ven en nosotros, testimonios sinceros, no ven nuestro triunfo sobre el pecado, no ven las señales de un corazón convertido y cambiado por Jesús. El evangelio que vivimos en la actualidad, contradice lo que predicamos. Un incrédulo causa menos daño, que un creyente tibio y frío, porque un creyente carnal, puede con su mal testimonio enviar a muchos al infierno. No olvidemos que el triste testimonio de cristianos carnales es la excusa principal que señala el inconverso para no aceptar a Jesús. El gran problema del día de hoy en el mundo, no es el pecado, sino la gran cantidad de cristianos tibios, llenos de amor por el mundo y de las cosas que están en el. (1 Juan 2:15-17). Los cristianos del día de hoy, no tenemos hambre de Dios, porque somos cristianos satisfechos, y como no sentimos necesidad de nada, es por eso que no buscamos ni encontramos nada. La iglesia no está consciente de su falta de poder y de unción, y por eso no lo buscamos. Como nos sentimos satisfechos, no sentimos la necesidad de orar, por eso no oramos, no lloramos, no ayunamos, no confesamos. La mayoría de los creyentes somos realmente apáticos e indiferentes acerca de la santidad personal. Es muy raro que se predique desde el púlpito en contra del pecado y a favor de la santidad, y la razón es que los predicadores, no hemos sido tocados por ella. La condición del mundo, su apostasía, su inmoralidad, su desquebrajamiento, su declinación y su total bancarrota; debe ser cargada sobre la iglesia y sus predicadores porque hemos hecho muy poco para evitarlo. ¡Oh! Que Dios levante creyentes el día de hoy, con corazones quebrantados, que busquen a Dios hasta que el avivamiento nos alcance y la gran misericordia y el poder de Dios sean derramados”.

Quise ilustrar lo difícil que es pastorear una congregación llena de cristianos satisfechos porque como pastor de “Casa de Oración”, lo he experimentado. Por lo cual en una ocasión oré al Dios de los cielos diciendo: Señor, no puedo más pastorear a una congregación que no se quiere comprometer contigo; renuncio, pon a otro pastor en mi lugar; y el Señor me respondió: Tú no puedes renunciar, ellos sí. Por lo cual, dales la bendición a todos, cierra el ministerio por setenta días y envíalos a sus casas para que busquen mi rostro y oren y ayunen durante ese tiempo. Cuando se reabra el ministerio, solo regresarán los que realmente quieran pagar el precio. Y así lo hice.

El ministerio se ha cerrado tres veces por dirección de Dios; primero por setenta días; después por cuarenta días y la última ocasión por siete semanas. Se han ido cientos de personas, pero el ministerio sigue en pie, porque no lo levantó el hombre, lo levantó Dios. Somos una congregación, con un llamado y trato singular de parte Dios.

El ministerio de Casa de Oración se inició el 13 de noviembre de 1994. Estamos a punto de cumplir 23 años de vida, que aunque no han sido fáciles, la mano de Dios nos ha respaldado y hemos sido testigos de su hermosa manifestación.

Actualmente Casa de Oración está siendo pastoreada por el pastor Eleazar Cepeda y por dos de sus hijos: Israel Cepeda quien funge como co-pastor y David Cepeda que es el pastor juvenil; todos respaldados por un cuerpo de ancianos, llamados oficiales, los cuales lideran cuatro escuadrones de oración: Escuadrón de Guarnición, Escuadrón de Escuderos, Escuadrón de Guerreros y Escuadrón de Paladines.

Los miembros de Casa de Oración, deben comprometerse a orar, ayunar, leer su biblia, memorizar palabra, diezmar y viajar en proyectos de oración local, nacional e internacional.